Las hermanitas siamesas
ZORROAIETA estaban comprometidas afectiva y formalmente con monsieur SARALEGUI.
Lo curioso de esta circunstancia era que nadie había podido explicarse cómo
hacía SARALEGUI para que ninguna de las dos sospechara del engaño, estando
ellas “tan cerca” la una de la otra.
Cuentan los “Desarrapados de la ochava”, amigotes trasnochados de SARALEGUI,
que –mediante sus artes de seducción- dormía a una mientras despabilaba a la
otra. De ese modo pudo mantener una relación adecuada con aquella que mas le
convenía en cada ocasión: Juli, “la pechugona” o Peggy, “la piquito de oro”. El
“Pato” CITAVICH, el mas cercano amigo de SARALEGUI, ponía en duda tales
maestrías, sosteniendo que aquella era una relación de trío, consentida. Pero
todos en el barrio saben que, a pesar de la amistad que los une, el “Pato”
CITAVICH siempre envidió las suertes de SARALEGUI con el otro sexo. Detalles
mas, fosforescencias menos, el caso es que SARALEGUI consiguió lo que nadie ha
podido: hacerle creer a sus suegros, que sus intenciones eran sanas. Grande
SARALEGUI!
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