miércoles, 7 de marzo de 2012

CAFÉ BAR LOS BIZANTINOS



¡Vamos a armar un poco de bardo! Dijo Monsieur Saralegui mirando de reojo a don Lupercio y a Joe Cannabis que se apoderaban sin disimulo de unos bocadillos vascos rellenos de anchoas y se servían sin detención un borgoña bien grueso, que estaban sobre el mostrador del bar Los Bizantinos aprovechando que el viejo Torrejona, agachado y sin poder verlos, se acomodaba las almorranas. ¡Ojo, lo van a destronar, Saralegui! Gritó el japonés Brailowsky mientras aprovechando la distracción del adversario “repatriaba” en el tablero un alfil que le habían comido 5 minutos antes.

- Vengo de la muestra de un artista plástico en el Club Deportivo La Pereza y el tipo le manda un puntito de color por allá sobre el fondo blanco, en otro le manda un cuadradito, en otro una rayita, todo pequeñito, casi ínfimo y siempre sobre una enorme tela blanca. No sé si al tipo le falta vento para comprar acrílico o un pomo de óleo o si lo que no tiene son ideas. Usted, don Lupercio ¿Ha visto alguna muestra últimamente?

- Qué quiere que le diga, Saralegui, yo miro una botella estacionada y me da vértigo.

- A propósito del arte, don Lupercio, en el locutorio de las hermanitas Molotov, escuché a uno diciendo que es poeta o algo así y el tipo gritaba en la cabina que no lo inviten a lecturas ni encuentros ni festivales de poesía porque “él está en el futuro” Qué paparulo ¿no? ¡Si está en el futuro cómo lo van a invitar ahora!

- A mí –por ejemplo- la Hesperidina me arruinó el estómago pero la sigo tomando. Qué se yo, Cannabis, es una adhesión que tengo ¿Quién es poeta?

- No sé, no lo conozco, don Lupercio. Usted sabe que yo me la paso leyendo y leo y leo tanto poema minimalista, tanto fen shui, tanto sushi, tanto poema bambú y no me lo creo. Qué se yo, no sé si será amarretismo expresivo o pura moda o las dos cosas juntas. No hay extrañeza, no hay revelación, no hay impulso. Pienso en los poetas que me acercaron a la poesía y me entra una tristeza que ni le cuento. Y claro, a esta época le conviene que los poetas sean unos dormidos, no sea que se les dé por romper algo. ¿Y usted, qué me dice don Lupercio?

- Lo que yo puedo decirle es esto, Cannabis: la heladera Siam 90 fue lo más bendito que este ispa nos ha dado.

- El país, claro, el país. Justamente anoche estaba pensando en lo que significa pertenecer a un lugar. Todos somos una microfusión que anda por ahí, don Lupercio. El resultado de un entorno, la familia, el barrio, la ciudad, la región, en fin, esa construcción cultural que reflejamos y de la que formamos parte.

- Ajá... mire usted qué cosas se detiene a pensar, che.

- Claro, don Lupercio. Fijesé, por ejemplo en la música soy una microfusión entre los Beatles y el tango, el jazz y el folclore, el rock y el flamenco. Y lo mismo pasa con lo que leemos y con lo que miramos. Cada uno es el resultado de lo que lo atraviesa. ¿Me comprende ahora?

- Por supuesto, Cannabis, cómo no voy a entender si yo soy la microfusión entre la ginebra y el provolone, la Hesperidina y las aceitunas negras, el moscato y la fainá, la absenta y el Mantecol... Le ruego pruebe un día bajarse un Mantecol acompañado de un vaso de ajenjo. Después de eso todas las microfusiones le parecerán una pavadita.

- Cambiando de tema, hace tiempo le quiero hacer una pregunta: ¿Usted alguna vez estuvo casado, don Lupercio?

- Pero no, Saralegui, si yo siempre viví en Villa Luro!

- En torno a esta cuestión estar aquí o estar más allá, don Lupercio ¿Usted qué piensa, habrá vida en otros planetas? ¿Realmente cree que seres extraterrestres pueden llevar adelante civilizaciones más avanzadas que la nuestra?

- No sabría decirle, Cannabis, ignoro lo que pensará Saralegui sobre este tópico, pero a mí siempre me gustó el queso cremoso.