Tía Zelentonia, pidió ser enterrada con los pies afuera porque le gustaban mucho los zapatos. Tras su lamentable pérdida, una vez por semana había que ir a cambiarlos, para lo cual la familia se organizó muy prolijamente.
Hasta que como siempre ocurre, un día no fue uno, otro día no fue el otro y así, se fue perdiendo el interés. Al final ya los responsables de comprar el calzado, también dejaron de hacerlo
Hoy tía Zelentonia, duerme en paz, pero descalza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario