Si, soy yo. ¿Me recuerdas? Mi nombre es Twity. Fui una
estrella de la Warner, pero he caído en el olvido. Estoy viejo, abandonado a mi
suerte. Soy un pobre infeliz. Me he convertido en un despojo, un harapo
despreciado por todos. ¿Preguntas por el gato Silvestre? Pobre! Su suerte no
fue mejor que la mía. En una cinta intentó atraparme desde una cornisa y cayó
al vacío, despanzurrado, reventado contra el pavimento. ¿Y la abuelita, te
preguntas? Ella murió tras una larga y dolorosa enfermedad, agravada por la
demencia senil. Un día me confundió con sus tapones para los oídos y me pasé
toda la noche resbalando en la cera de su enorme oreja. Aquí me ves. Soy yo. El viejo Twity. Reventado.
Aplastado por la vida lujuriosa de burdeles entre mujeres canarias, champaña y
marijuana. Fui un joven exitoso. Hoy no soy nada mas que un trasto nauseabundo. Adiós amiga. Adiós amigo. Ojalá
tengas mejor suerte que yo. Me despido desde este triste rincón de un geriátrico en sombras.
(Monsieur Saralegui para
Revista Cultural “Pindonga y Recuerdos”)
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